Desde este blog voy a hacer algunas reflexiones como contrapunto a un texto publicado por Gildardo
López Reyes en su blog.
Estudié arquitectura, en
contra de los deseos de mi padre, que me soñaba farmacéutica, pero no me gradué
como había planeado, por razones que no viene al caso mencionar aquí. Por ende
y para mí tranquilidad, ni él ni mi madre, tuvieron que asistir a ningún
agasajo universitario con la posibilidad de que se les planteara alguna
horrenda pregunta sobre mí.
Me refiero concretamente a
la que hicieron a los padres de Gildardo: “¿Cuántas cosas cambiaron en sus
hijos, en estos años universitarios? Pregunta que puso en problemas a la mamá,
que eligió el silencio, seguramente para no poner en evidencia las
características casi indeseables adquiridas por su hijo en esos años. Aunque él
las define con claridad meridiana, no las voy a repetir aquí sin su autorización.
Las y los lectores pueden recurrir a www.lasletrasdelgilo.mx y
disfrutar del texto completo
Vuelvo a mi tema personal. Una vez que tuve mi título de maestra asegurado y en mis manos y sin
riesgos de que algún cruzado o cruzada me lo quitara y logrado mi ingreso a la
facultad de arquitectura, cuyos alumnos en aquellos años tenían una fama bien
ganada de contestatarios e políticamente incorrectos, quedó al descubierto mi
verdadera identidad, bastante alejada de la de aquella “niña” educada
en confesional colegio, elegido con esmero por un padre muy rígido en materia
de principios de vida y de religión.
En un irónico párrafo,
Gildardo expresa:
Así que algunos nos
tenemos que poner encima el disfraz de oveja negra, al transformar nuestro
pensamiento de forma tan diametralmente opuesta. Obviamente, los equivocados
somos nosotros.
Yo podía lucir como oveja
negra por atea, también por partidaria de la educación laica, de la
legalización del aborto, del reconocimiento de la igualdad de
derechos y oportunidades entre varones y mujeres; por estar involucrada en la
lucha contra la violencia de género, contra el trabajo infantil... (estoy
hablando del siglo pasado!) Por fortuna, hoy la gran mayoría de las mujeres
tiene una visión del mundo y de la vida similar a la que tuvimos las ovejas negras de
otro tiempo.
Mi padre
era muy rígido en materia de principios de vida y de religión, pero tuvo la
inteligencia y la bondad de aceptar que yo vivia indiscutiblemente de acuerdo con sus principios y que la fe religiosa no es materia de discusion : se tiene o no .-
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Abrazo amiga.